sábado, 4 de octubre de 2008

LA CANTINA SONORA, 1993. PRIMER CONCIERTO DE O´CAROLAN

O´Carolan nació sólo. Quiero decir, que nadie tuvo nunca la idea de formar un grupo como tal para hacer la música que hacemos, ni se pensó en ello. Fue al revés. Tan al revés que de repente un día fuimos conscientes de que teníamos algo con vida propia entre manos, y que había que ir pensando en un nombre, por llamarlo de alguna manera más que nada. Y nos habíamos "quedado" con tantos temas de O´Carolan para tocarlos y disfrutarlos, que pensamos que no se molestaría si nos quedábamos también con su apellido.



Antes de hablar de ese primer concierto, dejadme que os cuente, a modo de pequeño homenaje, acerca del lugar que fue testigo mudo de las primeras veces que tocamos temas como Fanny Power, Dame Tu Mano, o Shebeeg and Shemore, cuando Chema, Miguel Angel, yo, y a veces Julián, nos quedábamos rezagados, antes de bajar con los demás a tomar la cervecita al Selva de Oza después de cada ensayo de Cornamusa (qué bien nos cuidaba Juan, tenemos que ir a verlo), ahí, "enredando", en el piso de la calle Borao.
En el último trabajo del grupo, "Aragonautas", aparece un tema dedicado a ese sitio en el que pasamos tantas y tantas horas (y unos más que otros, verdad, Ju?) ensayando, haciendo fiestas con los amigos, pensando, jugando, discutiendo... Pesca (tan ligado a ese espacio como cualquiera de nosotros, o más...), para ilustrar con palabras la música, escribió: "Hay hogares o edificios, casas o moradas. Hay paredes encaladas o alicatadas, y también paredes acolchadas con recuerdos, con susurros, con gritos. Hay habitaciones que te devuelven la mirada y te guiñan una ventana con complicidad." Eso era el piso de Borao. Era, porque ya no existe. Un día de los tantos que yo pasaba por ahí y volvía la cabeza para dedicarle la mirada de rigor, en lugar del edificio de siempre encontré un tremendo agujero, y llamé a Miguel Angel para contárselo. Fue como si de repente se cerrase una puerta en el tiempo... Ahí, en ese local, fuimos haciéndonos con un repertorio que tocábamos después de cada ensayo, como os decía, sólo por disfrutar, por jugar.



Y un buen día, el amigo Javier Gonzalvo abre un bar. La Cantina Sonora. Quiere hacer actuaciones en directo. "¿Qué tal si venís y tocais algo?" Nosotros pensamos:"¿Y qué tal si tocamos todas estas cosas que nunca han salido del local de ensayo?" Sé que ésto pasó, casi seguro, en el año 1993. El primer concierto de O´Carolan. Ni eso, porque ni siquiera teníamos nombre, pero fue sin duda el principio.


Miguel Angel, Julián, Chema y yo, en el descanso de aquél concierto. Risueños y felices.


















Aquí, el público. Más de uno se reconocerá en esta foto... Cuando la encontré, me hizo gracia ver a personas que conoceríamos a posteriori. "¡Estuviste aquél dia...!"


O´Carolan, ya con nombre, tocamos el siguiente verano en la terraza de Las Ocas, todavía sin Pili y sin su arpa, que ya la habíamos llamado, pero estaba de viaje (ella lo confirmará, pero creo recordar que en Irlanda, qué curioso...), y hay pruebas sonoras de que en diciembre del 94 ya éramos cinco y estuvimos tocando en El Monaguillo, y enseguida empezamos a frecuentar nuestra querida Campana de Los Perdidos de la que ya hablaremos en otra entrada sólo para ella. Y Jesús? El ya era amigo, venía a los conciertos a menudo y cuando lo hacía se animaba a tocar algún tema a modo de colaboración. Y sin hablarlo, porque no hizo falta, un día se dió por hecho que en lugar de cinco éramos seis. Ya estamos todos... Lo que vino a partir de ahí lo doy casi por sabido.


Lo mejor de todo es que ésto no es sólo un grupo de música, sino que somos unos cuantos amigos que llevamos unos 20 años (y algunos todavía más) compartiendo, además de la música, muchas otras cosas, vida en definitiva, y nos conocemos ya tanto que cuando tocamos ni siquiera necesitamos mirarnos para entendernos, o con un simple intercambio de miradas nos decimos la biblia en verso. Eso, y la increíble sensación de que hemos creado algo propio y diferente en lo musical, hace que ésta sea una historia única y maravillosa. Supongo que O´Carolan es lo que es y sigue vivo por todas esas cosas. El espíritu con el que nació sigue ahí, haciendo de las suyas. Y los problemas, que a veces claro que los hay, faltaría más, pues nos los comemos con patatas, y así los digerimos mejor. Sin darnos casi cuenta, a lo tonto, han pasado ya 15 años. Recuerdo que en los principios hacíamos risas imaginándonos cómo sería hacer bolos a los cuarentaytantos. Y mira por donde, ya estamos aquí.


Por cierto, hace poco un buen amigo nuestro ha abierto un bar-restaurante en la misma calle y misma acera en la que estaba La Cantina Sonora. Es tan bonita la idea de que sea el mismo local, que no encuentro momento para ir a comprobarlo, por si acaso.
De momento nos quedamos con eso de que la vida va y viene y es circular...