Si echáis un vistazo a su página, veréis que dicho festival se desarrolla a lo largo de casi dos semanas, y contiene una ambiciosa y variada programación, que incluye, además de muchos conciertos que van desde la música clásica hasta el folk, pasando por el jazz o cualquier otra tendencia musical, actividades teatrales y exposiciones de pintura, fotografía, escultura y demás artes. Tuvimos la oportunidad de visitar alguna de ellas, incluso de conocer a alguno de los artistas participantes, y charlar con ellos en el Hotel Caledonia tomando una pinta.
La tarde de nuestra llegada a Brechin iba a tener lugar en la Gardner Memorial Church (la iglesia en la que tocaríamos cinco días más tarde), un concierto de varios gaiteros y bandas de gaitas, y Miguel Angel había quedado en hacer una intervención en él para mostrar un tipo de gaita de la que posiblemente casi nadie allí conocía su existencia: la aragonesa. Y allá que fue tras instalarnos en el Mill of Blakhall. Miguel Angel, y Chema y yo con él para acompañarle en algún tema con la guitarra y el violín.
Nuestro concierto principal tuvo lugar el jueves, 20 de Septiembre, en la iglesia antes citada, y después del de Lauren Maccoll, una joven y virtuosa violinista que nos dejó a todos con la boca abierta. Y pensaréis que una iglesia es un lugar curioso para programar este tipo de música, la verdad es que sí, pero fue muy agradable, el sitio era precioso y la gente estaba muy receptiva, supongo que expectantes por ver lo que un grupo procedente de aquí hacía con la música de por allí cerca. Era, como tantas veces hemos contado, la misma historia del japonés que hace flamenco... Todo fue genial, disfrutamos un montón, y al parecer el público también.
Y después de toda la semana trotando de aquí para allá, dejamos para el último día del viaje nuestro paseo por Brechin. Manuel hizo como otras veces de guía (y os aseguro que sabe de ese pueblo tanto o más que cualquier persona de las que allí viven), pero antes disfrutamos de una agradable comida de despedida con él y con Susan.
Y Brechin es así de bonito...
Fue un más que bonito día de despedida. Despues de la comida y el paseo, encontramos los acantilados de los que ya hablamos un día...
Y cuando llegamos al Mill, vimos la nota que John y Juliet nos habían dejado en agradecimiento a la ya famosa tortilla de patata, contándonos que, lamentablemente, a las dos y media de la tarde había perdido ya un tercio de su tamaño original, y pidiéndonos que no nos fuéramos sin despedirnos. Fue imposible, eran las 12 de la noche, y salíamos hacia el aeropuerto de Edimburgo al día siguiente antes de las seis de la mañana, no sin antes dejar escritas, en un libro que había en la casa para ello, nuestras sensaciones en torno a los días allí pasados. Vaya desde aquí otra cariñosa despedida, y un beso para los dos.
Muchas gracias, primero, por supuesto, a Manuel y Susan por todo su empeño en que fuera posible nuestra participación en tan estupendo festival, y después, a todo el mundo de Brechin que hizo de esa semana una de las mejores (o la mejor...) que hemos pasado juntos. Nos encantaría volver algún día, y también que hubiera quedado una pequeña huella nuestra por ahí, porque la que nos quedó a nosotros está como grabada a fuego, y para días y días....
2 comentarios:
Quisiera agradecer una vez más a Susan que nos dejase su arpa durante aquellos días. Gracias a su amabilidad el viaje fue bastante más "ligero" y tranquilo. Gracias.
Pilar.
Gracias por el rato que hemos pasado en la plaza de San Francisco. Sois estupendos.
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