Quien haya tenido la suerte de acercarse alguna vez hasta las viejas escuelas de Arrabal de Portillo, y haya podido disfrutar de alguno de los conciertos que tienen lugar entre sus paredes desde hace tiempo, entenderá bien eso de que allí hay algo especial. Y si te paras a pensar, te das cuenta de que los ingredientes para que esta receta salga bien son evidentes, aunque no es tan fácil conseguirlos. Para empezar, un grupo de siete personas que se empeñan en organizar una serie de conciertos e intentan (y lo logran) mantener una programación que se extiende de Enero a Marzo, un año tras otro desde 1999. Como ellos mismos dicen, con pocos medios pero mucha ilusión, que es lo que hace falta para que las cosas lleguen a buen puerto.
Para seguir, un local con un sabor único y encantador, que estuvo a punto de desaparecer y que ellos consiguieron recuperar para su proyecto, y que además mantiene la estufa que da nombre a esta bonita aventura, que por supuesto se enciende en cada concierto. Ya hemos dicho otras veces lo que a nosotros nos gustan los escenarios que te mantienen cerquita de la gente y que facilitan ese contacto estrecho y mágico. Así son las aulas de las escuelas.
Y en tercer lugar un público fiel y entregado, sin el que todo ésto sería imposible de realizar, porque son el objeto de todo ello. Y porque sin público no hay "show" que valga.
Con todo eso junto, es fácil que los músicos estemos encantados de participar en Los Conciertos de la Estufa. Pero nosotros pasamos una vez. Quienes están ahí un día tras otro manteniendo la historia y echando leña a la estufa son ellos.
El viaje fue como un "deja vu". Destino Valladolid, la misma autopista del pasado viaje de Diciembre, todo nevado otra vez, y otra vez haciendo el tonto con la nieve (unos más que otros)
Las fotos no son muy buenas, pero el momento lo merecía, o no?
y comiendo no sólo en el mismo restaurante, sino también en la misma mesa y cada uno en el mismo sitio. Y diría que en algún caso comiendo lo mismo, pero igual pensaríais que exagero un poco. Cada cuál que piense lo que le parezca...
El paisaje y la luz estaban preciosos...
Una vez allí quedamos con Oscar y fuimos a buscarlo a la alfarería que él y su hermano tienen en Arrabal de Portillo, muy cerquita de las escuelas donde se hacen los conciertos. Oscar nos acompañó arriba, a Portillo, a la casa en la que íbamos a pasar la noche. Tomamos un café con él, charlamos un rato, y nos fuimos a descansar un poco hasta la hora de probar sonido.
Aunque estuvimos muy poco tiempo en Portillo, encontramos algunas cosas que nos gustaron especialmente. Una, la estupenda casa que pusieron a nuestra disposición. "La Casa de la Enhorcadora", recientemente rehabilitada, y de qué manera... Echad un vistazo aquí para verla, merece la pena, y quedaos con su dirección por si alguna vez. La pena es que tuvimos muy poco tiempo para disfrutarla.
El Castillo. Preguntamos si se podía visitar, y nos dijeron que igual era posible a la mañana siguiente, pero teníamos que irnos pronto y era complicado, así que la visita se quedó pospuesta para la próxima vez que vayamos por ahí. Nos hubiera gustado, tenía una pinta estupenda.
"La Sacristía". Es un bar, un pub y un restaurante, acomodado todo ello dentro de una antigua iglesia, que según nos contaron, todavía pertenece al arzobispado. Nos pareció alucinante. Lo cierto es que aún se conservan elementos de la iglesia, y al mezclarse con la decoración, el resultado es muy atractivo.
Entrando en La Sacristía.
Julián baja ya por la escalera armado con la cámara. Nos vamos a probar sonido.
Tras el pequeño rato de "desconexión" fuimos ya al encuentro de Oscar y nos dirigimos hacia las escuelas. "Pistolo", de Divertimento Folk, fue nuestro técnico de sonido, y hacia las nueve y media quedó todo probado y a punto.
En esta foto se puede ver la mítica estufa, ya ardiendo para calentar el local.
A las diez, como estaba programado, después de que Pedro nos presentara, empezamos el concierto. Y lo que parecía que iba a ser, fue. Desde el primer momento un ambiente increíble, creo que tanto nosotros como el público estuvimos encantados...
En todos los conciertos se hace un intermedio, y entonces la gente toma unas pastas típicas de allí junto con un vino, ambas cosas regaladas por algunos comerciantes del pueblo. Y fue un rato agradable, en el que pudimos hablar con todo el que se acercó a preguntar algo sobre nuestra música o nuestros instrumentos, ya que hay gente que en nuestros conciertos los ve de cerca por primera vez. En este caso, nos dijo Oscar que hasta ese día, ni un arpa ni una nyckelharpa habían pisado el escenario de la escuela. Todo un honor...
Con el mantecado en la mano, vamos a saludar a Carmen. Nuestro amigo Jaime no pudo venir, pero ella no se lo quiso perder y se acercó a vernos. Nos alegramos mucho de verla.
Charlando con la gente y tomando el vinito con las pastas.
Esta foto la robó Julián al público mientras Pili y Miguel Angel empezaban la segunda parte del concierto. La verdad es que daban tanto calor como la estufa...
Y con la sonrisa puesta después de lo agradable y entrañable del concierto, satisfechos, nos fuimos con otras vientitantas personas más a cenar, al Mesón Quevedo, donde nos ofrecieron una cena (que ricas sus anchoas...) rematada con unas riquísimas trufas rellenas y unos cafecitos y licores. Nos trajeron su libro de visitas para que lo firmáramos, y nosotros les contraatacamos con el nuestro.
Y con la sonrisa puesta después de lo agradable y entrañable del concierto, satisfechos, nos fuimos con otras vientitantas personas más a cenar, al Mesón Quevedo, donde nos ofrecieron una cena (que ricas sus anchoas...) rematada con unas riquísimas trufas rellenas y unos cafecitos y licores. Nos trajeron su libro de visitas para que lo firmáramos, y nosotros les contraatacamos con el nuestro.
Disfrutando
Durante la cena nos contaron que al público en los conciertos se le reparte un cupón para que puedan votar, del 0 al 5, lo que les ha parecido la actuación de cada día. Al grupo más valorado se le invita a volver el año siguiente.
Lo que sí que ostentamos hasta ese momento, era el récord de discos vendidos. De momento, el "Disco de Barro" es nuestro. A ver si lo mantenemos...Qué lástima de fotos que no hicimos después. Terminamos la noche de risas y bailando. Todo un espectáculo... Y ya a las mil, a dormir a "La Casa de la Enhorcadora".
Unas horas de sueño (más bien pocas), y tras dejar temblando la tortilla de patata recién hecha de La Sacristía, pusimos la furgoneta dirección a Mucientes. Pero ésto ya pertenece a un post diferente.
Gracias por la acogida, por vuestra amabilidad, y un beso para toda la gente de La Estufa. Que siga quemando leña.