domingo, 14 de marzo de 2010

AULA MUSEO PACO DIEZ 13-2-10


Si algún día visitáis Valladolid y tenéis un poquito de tiempo, merece la pena que os acerquéis hasta Mucientes, un pueblo de unos 700 habitantes que está tan sólo a 12 km de la ciudad.
Una vez allí no hay pérdida, las indicaciones son claras para llegar al Aula Museo Paco Díez. Tendréis la oportunidad de visitar un museo que alberga una gran cantidad de instrumentos que Paco ha ido recopilando a través del tiempo, llegados hasta él de mil maneras y sitios diferentes, y que él cuida y mantiene con un mimo que seguro que los instrumentos agradecen. Pero no es solamente un museo. Aparte de la exposición actual, que se va ampliando poco a poco, el recinto cuenta también con una sala con capacidad para unas cien personas, en la que tienen lugar los conciertos que se programan y otra serie de actividades que suelen girar siempre en torno a lo tradicional, tratando bien de instrumentos, música o bailes. También Paco tiene ideas para incluir en la exposición otros elementos no musicales, como máscaras usadas tanto en carnavales como en las fiestas tradicionales de distintos pueblos.
Todo ésto funciona y va saliendo adelante gracias a los no pocos esfuerzos de Paco y su mujer, Maria José, artífices del proyecto.

A la puerta del Aula Museo llegamos puntualmente a la hora convenida, las 12, procedentes de Arrabal de Portillo, donde habíamos tocado la noche anterior en los ya conocidos Conciertos de La Estufa. Y después de una cálida bienvenida por parte de Paco y de tomar un café y conocer a Vicenta, su simpática y agradable suegra, empezamos el recorrido por las salas del museo. Tejoletas, castañuelas, violines, rabeles, acordeones, panderos, gaitas varias, flautas, guitarras, bandurrias y demás, fueron siendo presentados por nuestro anfitrión, con muchas anécdotas e historietas sobre cómo llegaron a sus manos y desde dónde. Así pasamos de una bonita manera la mañana, hasta la hora de la comida, en la que acompañamos a Paco, Maria José, sus dos hijas y Vicenta en la estupenda tarea de degustar el exquisito "animal" (que así llamaba Paco al lechazo que se iba haciendo lentamente en el horno de leña mientras nosotros veíamos el museo, y cuya hechura de vez en cuando controlaba).

Paco sirviendo el lechazo.



Un poco más, Miguel Angel?

Charlando con Vicenta. Una mujer encantadora. Todo un placer conocerla.

Hablábamos de sus famosas tortillas de patata. Nos prometió unas para la cena. Y nos contaba que ella cuando se iba de viaje, siempre llevaba sus sartenes. Imprescindibles.
Un rato de lo más agradable.


Tras la sobremesa, la prueba de sonido. A la misma hora a las que habíamos quedado con José Alfonso (Triquel), nos levantamos de la mesa. Estábamos a 20 segundos de la sala. Curioso. Yo a ésto lo llamo "atención integral". Sin necesidad de desplazamientos, ni siquiera de salir a la calle, en el mismo recinto se nos proporcionaba todo lo necesario, comida y cena incluída. El sitio donde íbamos a dormir y nuestro equipaje estaban a unos dos metros de la puerta que comunicaba con el escenario. Vamos, que como comentamos entonces, podíamos haber probado sonido en zapatillas (qué cosas...). Por la noche caímos en la cuenta de que el único suelo de Mucientes que habíamos pisado fueron los escasos dos metros que separaban la furgoneta de la puerta de entrada a la casa.

Probando sonido. Aquí se puede ver la sala.




Cuando terminamos de recoger los bártulos después del concierto, Paco estaba ya entre fogones, preparando unas estupendas sopas de ajo al más puro estilo castellano para la cena. Mientras se hacían tomamos un vinito y charlamos con unos amigos que habían venido al concierto y también se quedaban a cenar las sopas de ajo y la prometida tortilla de Vicenta.

Paco haciendo los honores de servir la sopa. El que está al lado de Miguel Angel es José Alfonso, nuestro técnico de sonido de ese día.

La maravillosa tortilla de Vicenta merecía la foto. Chema la mira con ojos de deseo...

Felices

Paco con su guitarra y su amigo Angel con su laúd nos ofrecieron unas cuantas piezas de aquí y de allá. Una sobremesa muy agradable.

Hasta el último detalle. La tarta también merecía la foto. No sabéis lo deliciosa que estaba...

Pues eso. Lo que yo digo, atención integral.

Al día siguiente, a una hora prudencial, desayuno y partida hacia casa. Con una temperatura más bien gélida, pero con el ánimo caldeado después del estupendo fin de semana y del cálido trato recibido tanto en Arrabal como en Mucientes. Y bien contentos con la furgoneta cargada con productos de la zona, que ya sabéis que eso siempre nos gusta.

Por cierto, en esta dirección encontraréis todo tipo de información acerca del Aula Museo Paco Díez. Allí veréis también una reseña de nuestro concierto.

Gracias, Paco y Maria José. Un beso para vosotros, y cómo no, para Vicenta.

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